lunes, 30 de marzo de 2009

MOTIVOS DE CONSUELO

El domingo fue el entierro de la madre de una muy querida amiga. Le he enviado un correo de apoyo, de consuelo. Como hace mucho que no actualizo, lo pongo aquí también.

Me alegro que te lo tomes así, en positivo. Ni me engañas ni te engañas. Es muy duro la muerte de una madre, aunque no lo sepa por experiencia, y marca mucho, sobre todo a tí que compartías tantas horas con ella, con tu padre, con Mª José. Tal vez Paqui estaba presente siempre, pero al no vivir con vosotras, no era lo mismo.
Tú estabas muy entera en el entierro, como demostraste al avisar que esperaran, que aún queríais darle el último recuerdo con esa flor. Piensa que todavía quedará mucho por pasar, pero habéis tenido, afortunada o desgraciadamente, demasiado tiempo para daros cuenta de lo inevitable, e ir preparándoos. Siempre se dice que a uno le gustaría una muerte rápida e indolora, para no sufrir, pero a la familia le viene mejor prepararse. Sufrir con el que sufre, tener tiempo de irse despidiendo y quedarse con el consuelo de haber hecho todo lo humanamente posible por hacer los últimos días menos dolorosos, más emotivos.

Ya ves que intento reflejar unos pensamientos de consuelo, y me sale más bien lioso, pero quiero profundizar en el mensaje que has enviado. ¡Qué afortunada eres! ¡Qué afortunada era tu madre! ¡Qué afortunados tu padre y tus hermanas!
Tú eres afortunada porque has tenido un hogar muy unido, porque con tu madre y tus hermanas habéis ido creciendo, madurando (supongo que alguna vez discutiendo, que para eso tenéis un maravilloso fondo, pero también carácter) y en todo eso ha participado mucho y bien tu madre.

A mí me llama mucho la atención un video que les paso a los alumnos, sobre Ticho Brae, que murió diciendo “que mi vida no haya sido en vano”. Tu madre ha sido muy afortunada porque su vida ha tenido sentido. En su trabajo y esfuerzo diario ha ido sentando las bases de una familia, y de unas hijas buenas, cariñosas, responsables, trabajadoras, entregadas a los demás,… y todo eso se nota. Se nota en la gente que fue a su entierro. Gente que la conocía, y gente que no la conocía, pero os conocía a vosotras, a su legado. Gente que quiso acompañarla, a ella, a vosotras y a vuestro padre. Y eso, para los cristianos, tiene su recompensa. Aparte de ser una persona buena, ha sabido hacer buenas personas, y eso el Padre del cielo tiene que recompensarlo. Para quien no cree en Dios, la vida es siempre en vano. Perduraremos en la memoria de nuestros familiares y amigos, pero, ¿Por cuánto tiempo? En mil años o un millón no quedará nadie en el mundo. No habremos hecho nada importante. ¿Puede crearse un universo tan maravilloso, tan lleno de potencial, solo para nada? Si hay un Dios, y si no, para qué estamos aquí, la recompensa y el reencuentro es la dicha, es el fin de todo y la justificación. Vivamos felices porque la vida sí tiene sentido, y aunque nos de “cornadas” que ni queremos ni esperamos, no deja de ser un pequeño detalle sin importancia ante lo magnífico de la creación y las posibilidades que seguimos teniendo cada uno de nosotros.

Así que, ya ves, el intento está hecho, pero, como decía aquel teólogo, que lo mejor que se puede decir de Dios es callarse y contemplar, si todo esto no ha logrado apoyarte, cuando nos veamos emprenderemos el plan B, que consiste en un cariñoso abrazo, profundo y sin palabras, para expresar lo mucho que te queremos.

Valga éste como abrazo virtual, a falta del real cuando nos veamos.